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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Porque es una realidad no todos los niños tienen un regreso a clases



En la mañana, apenas tuve consciencia de estar despierta, a mi mente se vino ese pensamiento que me recordaba que día era y cierta tristeza amenazó con invadirme, esa mañana debía ser especial como lo ha sido todas las mañanas de inicio de clases durante casi 4 años, como lo fue el año pasado cuando mi hijo dio su primer paso oficial en el sistema educativo al iniciar primer nivel de educación preescolar.


Este año debe iniciar el segundo nivel pero…

Veo a Diego dormido a mi lado, con su carita de ángel que siempre me hipnotiza y me invita a seguir contemplándole, y me siento un poco culpable, culpable de no haber logrado tener lo necesario para que mi hijo pudiera iniciar su año escolar como todos los demás niños. Siento como si le hubiera quitado algo, fallado en algo.

Me levanto y voy a hacer su desayuno, debo tener lista su lonchera y vuelvo a recordar, no es la lonchera para el colegio es la lonchera que lleva al centro de terapia psicoeducativa para que reciba dos horas de terapia, apenas termino de preparar la comida voy a buscar su ropa, otra vez pienso debería ser su uniforme pero es ropita civil, me dispongo a plancharla quiero que vaya bien arregladito, me aferro a la plancha tan fuerte como en la certeza de que esto es temporal, es solo por un tiempo, es mientras conseguimos mudarnos…

Cuando las lagrimas quieren venir recuerdo que somos afortunados porque tenemos el dinero para pagar la matrícula y mensualidades de un colegio que tiene las instalaciones adecuadas para recibir a Diego, afortunados porque podemos costear la orientación psicopedagógica que requiere la inclusión escolar, porque podemos comprar la lista de útiles escolares y los uniformes, pero sobre todo porque tenemos un cupo en un colegio donde esperan a Diego con alegría y están dispuestos a aprender lo necesario para apoyarlo, para respetar las diferencias y adaptarse a sus necesidades no al revés: el niño sometido a la uniformidad que enclaustra. Solo es cuestión de tiempo para que Diego reinicie su escolaridad…

Termino de alisar la ropa y vuelvo a la habitación a levantar a mi príncipe, comienza la protesta porque quiere seguir calentito en la cama, que no quiere cepillarse, que no quiere vestirse, que no le gusta esa camisa, que no quiere ponerse los zapatos. Cuando finalmente estamos listos y abrimos la puerta, la puerta del apartamento del frente también está abierta y una pequeña niña quizás de 2 años se asoma a vernos, esta vestida con su uniforme escolar, dos colitas como peinado y puedo ver una preciosa mochila con motivo de las princesas de Disney, esta lista para ir a su colegio… los dos niños se están observando con gran curiosidad.

No puedo evitar sentirme triste, tomo a mi niño de la mano, esa manita pequeña y vulnerable pero que me da tanta fortaleza y camino hacia el ascensor mientras esa familia viene cargada de bolsas con útiles escolares. Así deberíamos estar nosotros hoy, cargados de utiles y de ilusiones, bueno las ilusiones estan...

Entonces pienso que así es como se deben sentir tantas familias en mi país y en el mundo entero, las familias donde hay niños que por tratamientos médicos prolongados no pueden asistir a un colegio pero tampoco reciben del Estado una tutora en casa, niños inmersos en sociedades que no le dan prioridad a la educación, donde no hay cupos, no hay recursos, no hay infraestructura, no hay aulas adaptadas, no hay gente capacitada, niños esperando una transición, una nivelación, niños a los que se le cercenan derechos con pretextos que no parecen variar: no hay presupuesto, siempre ha sido así, porque apenas estamos comenzando los cambios…

Pero lo de nosotros no es así, es temporal…

Al llegar al centro de terapias, a unos cuantos metros hay un colegio veo a varias mamas con sus hijos, y una pareja también llevando a su pequeñito al inicio de clases, desvío la mirada porque me duele verlos aunque en realidad es una hermosa escena, no dejo de percibir lo positivo pero tampoco quiero negar mi sentir, tambien tengo derecho a estar triste.

Aunque si existieran escuelas públicas aptas en cada ciudad, en cada pueblo, dotadas de todo lo necesario Diego habría empezado aquí y ahora y luego se hubiera cambiado a la otra escuela sin más…

No exageres… no dramatices…


Y también al centro de terapia están llegando niños con sus uniformes voluntarios, sus mochilas y sus loncheras, niños con ganas de aprender y de jugar, algunos de ellos no tuvieron vacaciones, y están llegando padres con la ilusión de estar haciendo lo mejor por sus hijos, con la esperanza de que un día haya más espacios, donde quepamos todos por igual, donde haya una oportunidad real.

Recuérdalo Betza esto es solo por poco tiempo… no hay que desesperar!

7 comentarios:

  1. Ufff! Betza, sabes que es transitorio, pero no por eso deja de ser doloroso. No aplastes tu dolor, déjalo brotar y tómalo de la manito, como lo haces con tu hijo. Todas las madres de niños con necesidades especiales sentimos un dolor así algunas veces, principalmente cuando llega un nuevo desafío. Y como estaremos toda la vida con él, con ese dolor cerca, debemos aprender a aceptarlo y querermo como parte de nuestras vidas. Al final, él nos ha enseñado a ser mejores personas ¿o no?

    Un abrazote.

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  2. Muy duro lo que cuentas Betzabé, muy duro, muy triste pero hay que seguir adelante, hay que estar animosa por ellos por nosotras, no tengas remordimientos de conciencia, pero tampoco debéis rendiros, hay que seguir concienciando y presionando para que eso cambie, y sois muchas mamis las que lo pedís, el sentimiento de la sociedad o de una buena parte de la sociedad es la que hace que las cosas cambien.
    Diego está guapísimo, y muy grande sigiue siendo un muñeco precioso y maravilloso y verlo crecer feliz debe ser la energía que te alimente.
    Un beso y una abrazo.

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  3. Hola Betzabé, no que decirte para que te sientas mejor, es un dolor que llevas tan adentro que solo tu sientes.
    Animo, y no te sientas culpable, siempre tendremos dudas de que si lo que hacemos es lo correcto.
    Te mando un besazo.

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  4. Betza, solo puedo decir que, mientras leía, se me llenaron los ojitos de lagrimas; es difícil y es tu dolor y tu derecho al dolor, pero como dices, es transitorio, no se que decirte, solo que es bueno ser capaz de reconocer y estar dispuesta a sentir esas emociones y Diego es simplemente encantador.
    Un abrazo.

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  5. Como me duele leer cosas así, porque Diego no tiene la culpa, de que los gobiernos, los recursos no sean suficientes, y menos cuando nos pasamos toda la vida pagando unos impuestos para que nuestros niños vivan bien.

    Que triste es oír este tipo de cosas, pero me alegra saber que, solo será por un tiempo, estoy segura de que será lo mejor para él.

    Saludos.

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  6. Un abrazo Betzabe, desde aqui aunque un poco aletargada, nunca dejo de leeros. Besos Bego

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  7. Betza...jo,me has puesto la piel de gallina...con lo fuerte que tú eres...que lo eres y mucho...te mando ánimos y muchos besos,a ti y a Diego¡

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Tu comentario me alienta y me hace sentir acompañada muchas gracias por compartir tu opinión, es muy importante para mi.

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