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lunes, 3 de octubre de 2011
¡Rizos Al Viento!
Sus rizos ondeaban, ¡hermosos!, ¡inconfundibles!, ganándole al sol en su intenso color dorado, su rostro sonriente parecía disfrutar la brisa, la velocidad, pero lo más envidiable era su seguridad y la ausencia de toda preocupación, corriendo divertido y libre, ¿10 años? ¿9 años quizás? No lo sabía con exactitud pero esa imagen del niño feliz saboreando el momento oscilo como en un péndulo por unos instantes y se esfumo.
El niño se acercaba peligrosamente al final de la acera, escasos 20 metros le separaban de la esquina, la calle, los autos, los mismos 20 metros que en sentido contrario le separaban de su padre, se dirigía a una intercepción con poco trafico pero trafico al fin… su padre, un señor mayor tenia dibujado en el rostro la más viva expresión de preocupación…
Sentí temor, impotencia, no sabía qué hacer, como ayudar, iba en al carro y me detuve, quizás si atravesaba el auto impediría el trafico al menos en una de las vías…
Pero dude si debía actuar, el padre del chico venia caminando a paso vivo pero caminando, llevaba en sus manos la mochila y lonchera de su hijo… yo hubiera soltado todo y me hubiera echado a correr detrás de mi hijo de inmediato, casi sin pensarlo… por lo que me dije: Quizás si el padre corre el niño corre aun mas rápido creyendo que es un juego de corre-corre que te pillo, o quizás el señor no está en condiciones de echarse a correr, o es el susto que no le deja soltar esos bolsos y atrapar al niño.
¿Y yo que puedo hacer? Dejar el carro en medio de la calle, encendido, con mi propio hijo en la silla trasera y con un embarazo que no me hace precisamente veloz? Bajarme y pedir ayuda a alguien más? Hay una estación de policías a mitad de la siguiente cuadra… pero no, no creo que de tiempo el niño ya está en la esquina!
¡Entonces el niño se detiene!
¡Si! ¡Se para justo en la esquina antes de pasar a la calle! y como quien cumple una meta y ya está satisfecho, se da vuelta y emprende el camino de regreso, ¡corre nuevamente por la acera segura y en dirección a su padre!
No falta mucho para que se crucen y el padre por fin lo tiene a su alcance…
El hombre le detiene -y aun sin soltar los bolsos- le pega un manotazo en la parte trasera de la cabeza, el niño levanta los brazos para protegerse, el padre le coge fuertemente del brazo, le empieza a hablar y aunque no puedo escucharles me imagino la tónica de la charla, así llegan hasta la puerta del centro de terapias donde se pierden en el interior.
Aun con un sabor agrio en la boca y un amasijo de emociones contenidas, me encuentro con el señor que ya viene de regreso de dejar a su niño cuando yo estoy entrando con el mío, no me mira, ni siquiera gasta unos de los parcos “buenos días” que acostumbra, siento rabia y frustración, los ojos se me van para el sombrero y la franela de alguna banda de rock que usa el caballero, creo que en un sitio recóndito de mi cerebro un cruel y mezquino juicio se lleva a cabo: se viste como adolescente y ni siquiera está en edad de correr tras su hijo y salvarle del peligro, rápidamente me horrorizo de tal pensamiento y evito hacerle algún comentario, entiendo que no quiere hablar, no creo que sea una experiencia que tenga ganas de recordar o compartir con nadie, pareciera que quiere salir lo más pronto posible de allí, alejarse sin dejar evidencia ni testigos del mal rato.
Ojala y fuera tan simple, ojala y un episodio así no significara nada y se pudiera echar al olvido, se que su mente no lo permitirá, yo habría pedido ayuda de inmediato sobre cómo manejar al niño en la calle, como enseñarle a caminar junto a mí, como explicarle el peligro real de las calles y los autos…
Y recuerdo las tardes de llanto y rabieta de mi hijo cuando tendría unos 2 años y medio, caminando de la mano por las aceras de mi urbanización, entrenamiento para caminar en la calle sin saberlo, enseñándole con algo tan lógico como la practica como ir de paseo sin correr, sin soltarse, subiendo y bajando aceras, aprovechando las áreas verdes, las inclinaciones, los escalones… si es cierto que el objetivo era motricidad gruesa a petición de su terapista ocupacional -y a falta de un parque cercano y adecuado- pero había más, ganamos más que eso y ahora lo sé, detenerse a esperar que los carros pasen, alejar las manitos de los portones con perros ladrando de infarto, quizás pasamos por eso sin saberlo, hubo muchas tiradas al piso y muchos “levántate”, muchos “aquí conmigo de la mano”, “no toques es sucio”, “detente”, “espérame”, ahora recuerdo que llevaba toallitas húmedas y que a las pocas semanas mi hijo de ser una tortura y se volvió un momento de la tarde agradable, que terminaba en juntarse con los chicos grandes, quienes le prestaban sus audífonos, gorras y lentes de sol, muchas veces le cargaban y siempre le celebraban que quisiera imitarles en todo. También recuerdo las caras de los vecinos extrañados de verme salir tarde tras tarde a caminar con un niño tan pequeño y con esa capacidad pulmonar.
Creo que a veces no vemos lo evidente, nos abruma el todo y no nos fijamos que dividiendo el reto en pasos pequeños se hace más factible, que grande y mortífera es esa expresión de “es que no entiende”, inmensa, enorme aplastante… pero no es absoluta ni definitiva.
No significa que nunca entenderá, solo que necesitamos ingenio, estrategia, tiempo, método, y repetición y mas repetición.
Ahhh y también necesitamos coger “el qué dirán” y los prejuicios y mandarlos a la mierda!
Es delicada esa tarea, más absolutamente imprescindible. Juan Pablo nos sorprendió con 6 años, empezó a detenerse en el cruce y esperar la indicación nuestra. Pero, hubo tiempos difíciles antes y hubo que correr y pegarse cada susto!En vez, he visto en esta ciudad a padres con hijos ya adolescentes cruzando como se pueda. Sé cómo te preocupas y haces por Diego. Cariños María.
ResponderEliminarSaltó mi corazón mientras iba leyendo, pensando que el niño cruzaba y luego algo malo sucedía.
ResponderEliminarNo sé si en mi época de criar las nenas, me hubiese atrevido a decirle algo al padre, hoy sí.
Tardan mucho en comprender el peligro, entonces hay corridas, corazón que se sale de la boca.
Besitos a Diego, mi deseo que te encuentres bien :)
Sí Betza, se puede. Pasito a pasito, día a día, momento a momento.
ResponderEliminarPero se tiene que tener fe en el niño, paciencia y el absoluto convencimiento que no hay nada que nuestros hijos no podrán lograr en la vida. Tal vez ese padre necesita una ayuda profunda, tal vez esté decepcionado por el hijo que "no entiende", desanimado, preocupado, triste... Quién sabe.
El caso es que si tratamos a nuestros hijos como si no lo fueran a lograr nunca, no lo logran :(((
Un abrazote.
me encanto tu entrada!! es la pura verdad... aun no logro que nacho se detenga a mirar los autos, ni hacer cosas peligrosas, pero eso que decís a lo ultimo... "que grande y mortífera es esa expresión de “es que no entiende”, , inmensa, enorme aplastante… pero no es absoluta ni definitiva"... me llegaron esas palabras tan justas muchas gracias!!!
ResponderEliminarNatalia yo pienso como tú, y no solo los padres tenemos que creer en el niño también debemos asegurarnos de que los terapistas, maestros, cuidadores del niño lo crean, cualquiera que le haya puesto un tope al niño debe estar lejos de él, voy acuñando una frase acepta el diagnostico pero no el pronóstico ve más allá.
ResponderEliminarNo puedo decir si el padre simplemente tenía un mal día o hasta pensé que quizás es una situación que se repite y el padre ya sabía que el niño no pasaría a la calle, pero igual el riesgo está allí y la conducta hay que extinguirla por su seguridad.
Graciela como me habría gustado estar allí y escuchar tu platica con el padre jajaja aprendería mucho sobre opo rtunidad y argumentación, yo no pensé en algo productivo que decirle salvo el lógico: “Es un peligro tiene que enseñarle urgentemente” o quizás la pregunta que me explota en la garganta: ¿y usted está loco? Por qué no corrió? Jajajaja luego escribiendo el post pensé que podía hablarle sobre las historias sociales y sobre las caminatas de práctica diarias.
ResponderEliminarMaria así mismo como Juan Pablo hace Diego va caminando a nuestro lado o quizás unos 3 pasos por delante, yo misma le animo a ir caminando solo por aquello de su motricidad no es muy buena y así el tiene que ir pendiente de los desniveles de la acera, pero cuando estamos cerca de una intercepción le aviso que debe esperarme y es casi instintivo que el busque mi mano y se detenga. En el conjunto residencial de edificios donde vivimos actualmente le noto un poco más relajado, el comprende que no estamos realmente en la calle de tráfico pesado pero si hay vehículos entrando y saliendo del estacionamiento, he notado que al bajarlo del carro le digo espérame Diego que viene carro sin ser verdad solo como un decir no corras y él me corrige: No BRRRR (no viene carro). Así que ahora me cuido de mi lenguaje y le digo claramente espérame que quiero que pasemos juntos.
ResponderEliminarLorena gracias te doy también por tu honestidad y por compartir tu reflexión, es así “no comprende” engloba demasiado, cada vez que uno escucha tiene que cambiarla por la frase “no comprende todavía” porque eso también es verdad, nadie dice que no lo va a comprender algún día, solo que ese algún día no llega solo, hay que emprender la práctica que hará que llegue ese día. Diego tiene casi 5 años, no puede cruzar una calle solo, eso sería irresponsable, pero si entiende que es peligroso y que no debe hacerlo solo, incluso nos corrige a nosotros cuando caminamos al lado de la acera solo por ir uno al lado del otro, nos explica que en la calle deben circular los carros y en las aceras las personas, recuerdo que había unos gatos callejeros que nos seguían cuando caminábamos y Diego pretendía que hasta los gatos subieran siempre a la acera :)
ResponderEliminarTesoro, es que no puede tener un mal día y maltratar al niño. Eso uno lo debe aprender a manejar, espero que lo veas otra vez por si actúa de la misma forma.
ResponderEliminarEstoy en una época pacífica desde hace unos años, asimismo cuando veo éste tipo de comportamiento en los adultos me detengo a hablar. Algunos te mandan a vender tomates, otros escuchan. Si hacen eso en un lugar público, qué hacen en la casa?