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jueves, 23 de febrero de 2012

Equipaje de Incognitas




Y es que a veces la explicación nunca llega y debemos aprender a vivir con ello…

Entre al departamento, una parte de mí imaginaba que encontraría algo en el aire, algo en el ambiente que me indicara un cambio… y otra parte de mí, tenía serias dudas sobre si era posible percibir o sentir algo de un lugar donde hubiera ocurrido una tragedia. Pensé que quizás solo tendría miedo, pero siempre he querido ser y aparentar ser  serena, mucho más allá de mis fuerzas y por eso inconscientemente  me negaba a ese sentimiento: miedo a lo desconocido, sobre todo si olía a que podía estar ligado a la superstición, al más allá, o a fuerzas extrañas e inexplicables.

Quizás la inexperiencia de mis 20 años me hacia poner en prioridad mis deseos de alejar todo lo raro o incontrolable de mi vida y no me daba cuenta de que eso también servía de escudo, de escudo ante el sufrimiento que estaba a mi alrededor, silencioso, invisible y definitivo.

Pero el primer llamado a asumir la verdad estaba allí, apenas gire mi rostro y ví hacia la pequeña terraza: Una insignificante silla pegada contra el balcón era la clave que convertía todo en  realidad, lo hacía posible porque saltar desde el piso 7 de un edificio requiere de un apoyo para subirse a la baranda, si es que se desea ser práctico e infalible. De pronto esa silla cobro un significado profundo, me hablaba de técnica, de método… ya las autoridades lo habían evaluado y calificado…  allí estaba la silla y alrededor ningún signo de violencia, ningún rastro de lucha, de resistencia.

Una simple silla que ahora se hacía evidencia de intención, de libre albedrío. Jamás podría entrar nuevamente a esa terraza, nunca más me asomaría a ese balcón, se había convertido en prohibido, algunos dirían maldito.

Seguía como autómata a mi novio que me dirigía por las habitaciones, ya no pude recordar nada de lo que decía, sabía que estaba afectado por la decisión de su compañero de departamento y que llevaba algunas noches durmiendo en otro lugar, pero su determinación como siempre era firme: Quería ayudar y quería hacer lo correcto.

Entramos al cuarto de su compañero de departamento, otra vez no había nada que diera pistas, que dijera que el joven tenía problemas, todo parecía normal, no había carta de despedida, ni señales de violencia, ni de fuerte depresión, nada que explicara por qué un joven de brillante carrera, con un excelente empleo, deportista, popular, divertido, integrante de una organización para ayuda social, con un futuro prometedor , con un gran carisma, un día cualquiera regresara a media mañana de su trabajo y decidiera saltar al vacío desde tan alto y acabar con su vida.

Mi novio tomo una maleta y comenzamos a recoger sus cosas, los padres del joven vivían en la capital y aunque ya habían pasado unos días deseaban hablar con  mi novio, escuchar que podía decirles de los últimos días de la vida de su hijo, mi novio quiso evitarles el dolor de recoger las pertenencias de su hijo fallecido y el largo viaje hacia nuestra pequeña ciudad donde no tenían ya nada que buscar, donde su hijo apenas había vivido unos pocos meses, donde quizás solo estuvo su cuerpo, porque su mente debió estar lejos de allí debatiéndose entre problemas desconocidos y muy bien guardados.

¡Nada! no había nada en aquella habitación que hiciera sospechar algún motivo o alguna crisis.
Mi novio se detuvo en su tarea de recoger  y me pregunto: - ¿Crees que deba meter estas cosas en la maleta?

En una mano tenía una bolsa pequeña de detergente en polvo y en la otra tenía un arrugado paquete de regalo que nunca fue entregado, estaba cerrado y su contenido intacto. Era un detalle que había comprado el joven para agradar a una chica, pero algo le detuvo y no quiso dar ese paso, quizás decisivo para expresar su gusto, prefirió guardarlo.

Tome el regalo en mis manos, para mí era un verdadero acertijo, sé que no se trataba de un gran amor no correspondido porque el joven  tenía muy pocas semanas de conocer a la chica, pero ese paquete quizás tenía un mensaje sobre su estado mental, hablaba de iniciar algo nuevo, de tener planes de futuro que de pronto quedaron en el aire, que se rompieron sin concretarse. Podían ser planes interrumpidos o una señal de hastío, de desistir, de perder la esperanza? Desconozco si  mi novio alguna vez hablo con aquella chica sobre la existencia de ese regalo, siendo el tan discreto, quizás no lo hizo, no lo sé.

Sabía que la madre de ese joven vería aquel arrugado paquete con colorido moño, como un gran enigma, quizás podía ocasionarle mucho dolor, ¿pero quien éramos nosotros para decidir aquello?, solo pensé en que si fuera parte de esa familia que confió en mi novio para ser sus ojos y manos en aquella habitación, querría que fuéramos justamente eso, sus ojos y sus manos, por eso  respondí:

-Si, creo que debemos meter todo lo que está aquí, ellos querrán tenerlo todo, verlo todo, revisarlo todo!

No dejamos nada, todas sus pertenencias las guardamos en el equipaje, hasta las más sencillas, la habitación quedo sola y vacía, pero el vacio más grande era el vacio de pistas, de razones, de motivos, de ¿por qué? un vacio que duele, que no cicatriza, que remueve heridas y saca a flote ese aspecto de la existencia humana, en la cual debemos aprender a vivir sabiendo que hay preguntas que pueden no tener respuestas jamás.

Y cuando estamos frente a ese tipo de preguntas, solo nos queda acompañarnos, apoyarnos, estar allí, aunque no se tenga nada que decir, solo estar. Mi novio a su propio riesgo y costo viajo a la capital a encontrarse con la familia del joven, nunca los había visto y jamás pensó que los conocería en tan tristes circunstancias, viajo llevando ese equipaje de incógnitas, sabiendo que era poco lo que podía hacer pero esperando de todo corazón poder ayudar.

En ese equipaje llevaba incógnitas sí, pero también él mismo era símbolo de esperanza, de bondad, de consideración, de respeto por el dolor ajeno y de amor inmenso por la vida.
                

4 comentarios:

  1. Betzabé: No sabes cuánto me alegra que hayas vuelto a escribir un post... Lástima que es uno tremendamente triste y lleno de incertidumbres. Siempre quedará esa duda en tu cabeza, en la de tu novio y en la de la familia de ese joven...

    Me pregunto porqué justo ahora sentiste urgencia por contar esta experiencia... Algo debe haber gatillado ese recuerdo amargo y difícil...

    Estás bien?

    Un abrazo!

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  2. Natalia afortunadamente estoy bien, creo que se disparado ese recuerdo porque los ultimos meses he tenido mucho contacto con un familiar muy querido que perdio a su hijo hace 2 años por una caida desde altura, las autoridades lo calificaron como suicidio, todo asi lo indica. Sin embargo su madre vive actualmente un proceso mental en que ha ido cambiando los "por que", cambiando la historia de lo ocurrido sutilmente, y se niega a creer que fue un suicidio, los mismos hechos los ha ido examinando desde distintas opticas con resultados variados.
    Eso me ha hecho pensar en lo dificil que es esta situacion y lo duro que es no tener respuestas.

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  3. Betza,

    Felicitaciones, esta hermosisima Sara

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  4. Buff.. que entrada más terrible... siento mucho lo sucedido...
    Me quedo de piedra... yo entraba aquí para darte un premio de cariño.. pero no se buff buff...me quedo fría... por si te apetece ven a buscarlo a NICOMIPEQUENOGUERRERO
    http://nicomipequenoguerrero.blogspot.com/2012/03/un-premiooooooo-que-ilusion.html
    Se te hecha de menos.....

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Tu comentario me alienta y me hace sentir acompañada muchas gracias por compartir tu opinión, es muy importante para mi.

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